A los 9 años, con unas pesas artesanales y el respaldo incondicional de su familia, Julio Mayora descubrió su pasión por la halterofilia. Antes de entregarse por completo a este deporte, disfrutaba del futbolito, pero su destino estaba en el levantamiento de pesas.

A los 13 años, inició su camino internacional y, en su primer viaje a Cuba, se colgó su primera medalla de oro. Su determinación y esfuerzo lo llevaron a convertirse en subcampeón olímpico en Tokio 2020, destacándose no solo por su rendimiento, sino por su inquebrantable actitud.

Para perfeccionar su técnica, trabaja constantemente en el arranque y el envión, con especial énfasis en mejorar su segundo jalón a través del “arranque taco”. Sus días comienzan con intensos entrenamientos en el gimnasio, combinados con psicología deportiva, elementos clave en su camino al éxito.

Julio Mayora sigue elevando el nombre de Venezuela en el mundo de la halterofilia, demostrando que la fuerza va más allá de los músculos: está en la disciplina y el corazón.